miércoles, 10 de noviembre de 2010

EN EL BOSQUE DE BAMBÚ.(Leyenda japonesa)


La luz del sol se filtraba tenuemente entre los altos troncos de bambú que parecían millones de lanzas apuntando al cielo cristalino. Débiles rayos luminosos que proyectaban estrechas sombras perfiladas en el suelo de hierba y tierra fértil. El bambú bailaba con el viento flexionando los troncos en una ola coordinada con el compás de la corriente invisible. En medio de todo aquello, dentro del silencio del bosque y la tranquilidad de la naturaleza indomada un hombre y una mujer se fundían en un apasionado abrazo incandescente. Los brazos de él rodeaban el cuerpo de ella con fuerza y tensión, aferrándose al último hálito de esperanza de una vida que estaba por terminar. Ella simplemente se dejaba querer.
-Acaba con esto -susurró con su dulce voz dejando volar las sílabas con la brisa.
-No, no tiene por qué acabar de esta manera. No tiene…
-Ichiro -sus ojos se encontraron directamente con los del hombre-, cumple con tu deber. Desde el principio sabíamos que acabaría así.
-¡Podemos cambiar el destino!
-Nadie puede cambiar los designios de la Diosa. Su palabra está tallada en los cerezos de las cumbres y su voluntad cae en forma de inmaculados copos de nieve en el invierno. Los humanos no podéis contradecir lo que cantan los ríos. Simplemente no podéis…
-¡Si no lo intentamos nunca lo sabremos!
-¡Cumple con tu deber!
Ella se separó violentamente de su cuerpo y se arrodilló sobre la hierba fresca. Alzó el mentón y le desafió con la mirada; ojos profundos, negros como el cielo nocturno en una fina línea rasgada elegante como los lirios de las veredas. Ichiro sintió como su ánimo quedaba destrozado ante la fuerza de su belleza.
-Hazlo, Ichiro, por el bien de los que más quieres.
-Yo sólo te quiero a ti…
-Entonces hazlo solamente por mí.
Su largo cabello azabache, liso y suave como la seda, flotaba dibujando ondas sensuales en el espacio. Cerró los ojos y soñó con los mejores momentos junto a Ichiro.
-Si realmente me quieres, si realmente amas mi alma con la sinceridad del puro y la fuerza del honesto, cumplirás tu cometido como está escrito en los rosados pétalos primaverales de la Diosa.
Ichiro temblaba indenfenso.
-Vamos, amado mío, demuestra todo lo que tu corazón sintió por el mío.
La mano diestra de Ichiro se deslizó por el kimono hasta la cinta que sujetaba la vestimenta y la vaina de la katana familiar. Con pulso inseguro desenvainó la afilada espada que destelló vívida en la penumbra del bosque de bambú. La sostuvo enfrente suya. Le pesaba dos vidas enteras; la suya y la de su amada.
-”Llanto de luna”… la espada de tu familia -la mujer estaba tranquila-. Dicen que fue forjada por los antiguos maestros con las técnicas perdidas en la Guerra Fragmentada. ¿Es verdad que al empuñarla se escuchan los llantos de aquellos que dieron su vida por una causa noble?
Su voz bailaba hasta los oídos de Ichiro.
-Sí -contestó con pesar-. Cantos de agonía y desesperación. Baladas de desencuentro e historias que nunca tuvieron un final, todo concentrado en el filo de esta espada que ha pesado en los hombros de mi familia durante generaciones. Pronto yo también entonaré mi tristeza.
-No, Ichiro, tu nombre correrá libre por los tiempos de la Historia pues grandes hazañas te guarda el destino.
-Mi alma morirá junto a la tuya.
La bella mujer sonrió compasiva. Al inclinar la cabeza mil mundos tronaron en el interior de Ichiro.
-Cuando yo ya no esté tus caminos seguirán rectos por la senda de la Diosa, así está escrito. ¿Sabes? Esta mañana una mariposa me cantó al oído, una enviada de la Diosa. ¿Quieres saber qué me dijo?
Sosteniendo la espada en alto se limitó a asentir.
-Me dijo que tu corazón es puro. Que nunca vivirás solo…
-¿Qué significa eso, Saya?
-Hazlo, Ichiro. Es la hora.
-Pero…
-¡Ichiro!
El grito resonó en la espesura de la vegetación haciendo temblar los cimientos del bosque. Bandadas de pájaros alzaron el vuelo al unísono para cubrir momentáneamente el cielo de pardo oscuro.
Ichiro alzó sobre su cabeza a “Llanto de luna”. En sus oídos los lamentos de miles de voces melancólicas. El filo brilló con el sol. Cerró los ojos y suspiró.
La espada descendió en un limpio movimiento vertical, cortando el aire, silbando en agudos tonos penetrantes similares a los producidos por el viento en los acantilados de la costa enfurecida.
Saya sonreía con los ojos cerrados. Ichiro pudo ver cómo en su rostro la vida se apagaba rápidamente.
La sangre salpicó la hierba y allí donde cayó florecieron al instante decenas de flores blancas y azules. El kimono blanco de la mujer, teñido de rojo oscuro, desapareció en una neblina etérea que se disipó dibujando sentimientos y emociones en el aire. Su cuerpo desnudo quedó tendido sobre una cama de flores recién nacidas.
Ichiro se desplomó entre amargas lágrimas de rabia, dejando caer con aplomo la espada familiar. Sonteniendo entre sus brazos el inerte cuerpo de Saya juró redimir sus pecados. Sus lágrimas descendieron hasta la piel prístina de la mujer tornando a Saya en una estatua de piedra cubierta de hojas verdes. Una diosa menor dormida para el resto de la eternidad en un lecho de flores.
Ichiro caminó solitario hacia las cumbres nevadas siguiendo los latidos de su corazón; en busca de la Diosa.

jueves, 23 de julio de 2009

La Bruja y el Caballero..

El joven rey Arturo fue sorprendido y apresado por el monarca del reino vecino mientras cazaba furtivamente en sus bosques. El rey pudo haberlo matado en el acto, pues tal era el castigo para quienes violaban las leyes de la propiedad, pero se conmovió ante la juventud y la simpatía de Arturo y le ofreció la libertad, siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una pregunta difícil. La pregunta era: -¿Qué quiere realmente la mujer? Semejante pregunta dejaría perplejo hasta al hombre mas sabio y al joven Arturo le pareció imposible contestarla. Con todo, aquello era mejor que morir ahorcado, de modo que regresó a su reino y empezó a interrogar a la gente. A la princesa, a la reina, a las prostitutas, a los monjes, a los sabios y al bufón de la corte... en suma, a todos, pero nadie le pudo dar una respuesta convincente. Eso sí, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja, pues sólo ella sabría la respuesta. El precio sería alto, ya que la vieja bruja era famosa en todo el reino por el precio exorbitante que cobraba por sus servicios. Llegó el ultimo día del año convenido y Arturo no tuvo más remedio que consultar a la hechicera.
Ella accedió a darle una respuesta satisfactoria, a condición de que primero aceptara el precio. Ella quería casarse con Gawain, el caballero más noble de la Mesa Redonda y el más íntimo amigo de Arturo. El joven Arturo la miró horrorizado: era jorobada y feísima; tenía un solo diente, despedía un hedor que daba náuseas y hacía ruidos obscenos. Nunca se había topado con una criatura tan repugnante. Se acobardó ante la perspectiva de pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por él esa carga terrible. No obstante, al enterarse del pacto propuesto, Gawain afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero y la preservación de la Mesa Redonda. Se anunció la boda y la vieja bruja, con su sabiduría infernal, dijo: -Lo que realmente quiere la mujer es ser soberana de su propia Vida Todos supieron al instante que la hechicera había dicho una gran verdad que el joven rey Arturo estaría a salvo. Y así fue, al oír la respuesta, el monarca vecino le devolvió la libertad. Pero menuda boda fue aquella... asistió la corte en pleno y nadie se sintió más desgarrado entre el alivio y la angustia, que el propio Arturo. Gawain se mostró cortés, gentil y respetuoso mientras que la vieja bruja hizo gala de sus peores modales: engulló la comida directamente del plato, emitió ruidos y olores espantosos, reía estridentemente, se expresaba con las peores obsenidades, etcétera. Llegó la noche de bodas y cuando Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial, aguardando a que su esposa se reuniera con él, apareció ella con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre desearía ver. Gawain quedó estupefacto y le preguntó qué había sucedido.

La joven respondió que como había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto atractivo. -¿Cuál preferirías para el día y cuál para la noche? Qué pregunta cruel! Gawain se apresuró a hacer cálculos... ¿Querría tener durante el día a una joven adorable para exhibirla ante sus amigos y por las noches en la privacidad de su alcoba a una bruja espantosa? ¿O prefería tener de día a una bruja y a una joven hermosa en los momentos íntimos de su vida conyugal? ¿Tú qué hubieras preferido...? ¿Qué hubieras elegido? La elección que hizo Gawain está más adelante, pero antes de leerla toma tu decisión... El noble Gawain replicó que LA DEJARÍA ELEGIR POR SÍ MISMA. Al oír esto, ella le anunció que sería una hermosa dama, de día y de noche, porque él la había respetado y le había permitido ser dueña de su vida.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails

Entradas populares